Sunday, February 12, 2006

New York, New York


Lucía caminaba por las calles de La Zona, aquellas calles que hace sólo unos cuantos meses solía caminar a diario, camino a aquellas clases de guitarra en casa de Félix, casa donde siempre que llegabas tenías la sensación de haber llegado Marruecos, tal vez por la fascinación de Doña Juana, madre de Félix, por coleccionar artículos de decoración de aquella parte del mundo luego hacer visto El clon, y quien además tenía incencio encendido todo el día y se maquillaba los ojos igual a Jade, protagonista de aquella telenovela brasileña.

Bajaba por la Hostos en dirección al Parquecito (parecería que este ha dejado de ser un nombre genérico para pasar a ser un nombre propio), donde había quedado con Leticia. Esas calles, antes tan suyas, parecía tan lejos de ellas ya. Mientras caminaba, pensaba y suspiraba. Lucía recordaba las veces que había bajado al Conde con Marcos (nadie se explica el porque del nombre latino), aquel estudiante de intercambio de Bélgica, de hermosos ojos azules y cara de idiota, que se hospedaba en su casa y a quien su mamá se lo endosaba para que el rubito no se aburriera en la casa. Lucía siempre sospechó que su madre lo hacía para no tener que buscarle conversación ya que el conocimiento del inglés de su madre se limitaba a decir Tenkiu y Gud Mornin.

Iban juntos al conde a vender los poemas que escribía en hojas pintadas de azul con acuarela. Según Lucía no era por el dinero sino porque era una ávida lectora y más ávida escritora por lo que su habitación se llenaba de papeles y necesitaba deshacerse de ellos sacándoles algún provecho, después de todo no eran malos poemas. Lucía intentaba inspirarse en Bécquer, Benedetti y otros autores que desde pequeña, Don Carlos la obligaba a leer para que fuera ¨fina¨ cuando creciera. Al final, Lucía terminó tomándole el gusto a esto de la literatura.

Ella recordaba todo esto con nostalgia, torcía la boca y hacia lo más parecido a una sonrisa que podía. No le gustaba sonreír, le parecía cursi. Lucía no se sentía parte de esta ciudad ya, le parecía que veía su vida como si estuviera frente a una pantalla en el Cinemacentro, al cual solía acudir, por ser el mas barato y menos snob.

Lucía caminaba con aquel aire despreocupado, su t-shirt de Led Zeppellin y los jeans que arrastraba debajo de las chancletas, aquellos que tuvo que arrancar de manos de su madre, cuando se dirigía rabiosamente, tijeras en mano, a convertirlos en capris porque no soportaba que su hija pareciera una mendiga con esos pantalones carcomidos.

Pero sobretodo Lucía recordaba aquel viaje, aquella ciudad de la cual recién había regresado. Sus paseos por Central Park, las obras de teatro, aquel bar donde iba cada viernes a escuchar a un fabuloso grupo de jazz, aquel concierto del grupo con nombre difícil de recordar pero fabulosas letras. Perpetuaba en sus mente aquellos recuerdos y canturreaba aquel hit de Sinatra I wanna wake up in a city, that doesn’t sleep… New York, New York.
Llego al fin donde Leticia, quien salía del colmado, de comprar 2 Malboros y mientras encendía uno, le ofrecía otro. - Y que tal el viaje? – Aburrido. Lucía miró a su alrededor y suspiró.

2 Comments:

Blogger Indhira said...

Gracias linda!!!

7:10 AM  
Anonymous Anonymous said...

Best regards from NY! » » »

1:30 AM  

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