Monday, February 06, 2006

Ella y yo


Ella y yo hacýamos el amor diariamente.
En otras palabras, los lunes, los martes y los miércoles hacíamos el amor invariablemente...
Los jueves, los viernes y los sábados, hacíamos el amor igualmente...
Por último los domingos hacíamos el amor religiosamente.
Hacíamos el amor compulsivamente.
Lo hacíamos deliberadamente.
Lo hacíamos espontáneamente.
Hacíamos el amor por compatibilidad de caracteres,
por favor, por supuesto, por teléfono,
de primera intención y en última instancia,
por no dejar y por si acaso,
como primera medida y como último recurso.
Hicimos el amor por osmosis y por simbiosis:
Y a eso le llamabamos hacer el amor científicamente.
Pero también hicimos el amor yo a ella y ella a mí: es decir, reciprocamente.
Y cuando ella se quedaba a la mitad de un orgasmo y yo, con el miembro convertido en un mýsculo flacido no podía llenarla, entonces hacýamos el amor lastimosamente.
Lo cual no tiene nada que ver con las veces en que no me imaginaba
que no iba a poder, y no podía,
y ella pensaba que no iba a sentir, y no sentía,
o bien estabamos tan cansados y tan preocupados que ninguno de los dos alcazaba el orgasmo.
Deciamos, entonces, que habíamos hecho el amor aproximadamente.
O bien a Estefania la daba por recordar las ardillas que el tío Esteban le trajo de Wisconsin que daban vueltas como locas en sus jaulas olorosas a creolina,y yo por mi parte recordaba la sala de la casa de los abuelos, con sus silla vienesas y sus macetas de rosas, esperando la eclosiýn de las cuatro de la tarde... así era como hacýamos el amor nostálgicamente, viniéndonos mientras nos ibamos tras viejos recuerdos.
Muchas veces hicimos el amor contra natura, a favor de natura, ignorando a natura.
O de noche con la luz encendida, o de día con los ojos cerrados.
O con el cuerpo limpio y la conciencia sucia. O viceversa.
Contentos, felices, dolientes, amargados.
Con remordimientos y sin sentido.
Con sueño y con frío.
Y cuando estabamos conscientes de lo absurdo de la vida, y de que un día nos olvidaríamos el uno del otro, entonces hacíamos al amor inútilmente.
Para envidia de nuestros amigos y enemigos, hacíamos el amor ilimitadamente, magistralmente, legendariamente.
Por honra de nuestros padres, hacíamos el amor moralmente.
Para escándalo de la sociedad, hacíamos el amor ilegalmente.
Para alegría de los psiquiatras, hacíamos el amor sintomáticamente.
Haciamos el amor físicamente ,
de pie y cantando, de rodillas y rezando, acostados y soñando.
Y sobre todo, y por la simple razón de que yo lo quería así yella también,
hacíamos el amor... voluntariamente.
Fernando del Paso.

1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Excellent, love it! » »

3:26 AM  

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